FABIÁN BONILLA
IV CONFESIÓN
Fabián cumple 8 años. Empieza un suplicio. Un niño recorre el vacío de Dios. ¿Qué sabe de Dios un niño a los 8 años? Domingos y martes de misa se convirtieron en programa dentro de su cotidianidad. A sus 8 años la confesión llegó cuando decidieron matricularlo en el Colegio Santa María de Caná.
—Muchas cosas conservan aún su perfume y me conmueven en lo más profundo con pena y dulce nostalgia. El perfume de las flores en el jardín del colegio; el perfume de los días impregnados de incienso; el coro… el coro… Mi mente se resiste a recordar las letras de las canciones que cantaba en el coro.
Pena, pena y amarga nostalgia; pena de saberme confesado a mis 8 años. Nostalgia al evocar… culpa (por mi culpa (…) confiesa tus pecados (…) por mi culpa) ¿Qué sabe un niño de 8 años de pecado? Pena, vergüenza, nostalgia. La nostalgia de evocar mi yo que se creía pecador a los 8 años.
Si confesamos nuestros pecados,
Dios, que es fiel y justo,
nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.
Juan 1:9
Los discursos y confesiones religiosas hicieron de Federico un niño ensimismado; entregado religiosamente a los deberes, a la pulcritud, al autocuidado extremo en el que hasta el cabello tenía regla.
—Por mi culpa… ¡NO! Por tu culpa que me obligaste a confesar mis NO PECADOS a los 8 años. Por tu culpa que me enseñaste lo que hoy desaprendo del falso Dios que creaste fiel y justo a la medida de tus pecados. Por tu culpa que sugería cortar mi cabello, mientras yo veía tu púlpito decorado con la crucifixión de Jesús y su larga melena despidiendo tristes y redondas gotas de sangre. Por tu culpa inconfesa y secreta para la perversión de tus pajas en el habitáculo de la perversión confesionaria. Por tu culpa vestida de negro; por tu culpa ahogada en el vino. Por tu culpa cimentada en la pretendida muerte de África y Abya Yala.
Por tu culpa. ¡NO MI CULPA!