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¿La inspiración como aventura?: Tres experiencias a través del dibujo y la literatura. Primer parte

  • Fabián Bonilla
  • 31 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 18 oct 2021

Aún se suele creer que el resultado de un dibujo, un poema, un cuento u otra expresión de creatividad, está estrechamente ligado a la idea de una inspiración sobrehumana. Cada uno puede tener ideas distintas de inspiración. Pero, suele pesar más aquella relacionada con algo transferido por algún ente ajeno que, de repente, nos ilumina para crear.


Considerar esta idea como determinante para la creación puede ser un error. Poco o de nada sirve sentarse a esperar la llegada de una luz divina para inspirarse. Personalmente considero la inspiración como una aventura en donde embarcamos a descubrir lo oculto; a escudriñar lugares que nuestros sentidos no han alcanzado.


Una forma de ejemplificar la inspiración como aventura, es Alicia en el País de las Maravillas: ¿Qué sería de este personaje literario si no hubiese ensuciado sus manos para atreverse a explorar el camino del conejo blanco? Una respuesta es que no habría vivenciado todo aquello que implicó enfrentarse a la reina roja, y no hubiese hallado por sí misma la inspiración para resolver los obstáculos que recubren el desarrollo de la historia.


Ilustración por Rebecca Doutremer


Lo mismo sucede con todo aquello que creamos. No nace de la nada; nace de las ganas, el esfuerzo, la dedicación, la curiosidad. Con todas éstas, han nacido algunas de mis creaciones artísticas y, a partir de hoy, quiero invitarles a conocer de qué forma me he aventurado a realizar tres dibujos, cuyas experiencias me llevan a creer en la inspiración como una aventura. ¡Vamos a ello!


El agonizante canto del ruiseñor.


Una noche el tedio quiso adueñarse de mi tiempo. Deambulaba por la casa y no hallaba forma alguna de enfrentarlo. Después de un buen rato me recosté sobre la cama, empecé a observar con curiosidad la biblioteca; a recorrer la lista de libros que tengo pendientes por leer. Me decidí por una edición especial que compila algunos cuentos y novelas de Oscar Wilde.


Transcurría la noche. Pese a hallar entretención con el libro, no lograba hacer frente al tedio. Pero insistí… tras recorrer sus páginas me detuve en la lectura de un cuento que meses atrás alguien me había sugerido: El Ruiseñor y la Rosa. Logré conectarme con esta lectura, cuando una de sus escenas causó impacto y me conmovió:


"(…) Entonces el ruiseñor se apretó más contra las espinas, éstas llegaron a su corazón causándole un tormentoso dolor. Cuanto más sufría, más vehemente era su canción, porque cantó sobre el amor sublimado por la muerte, el amor que no termina en la tumba.


Y la maravillosa rosa se hizo roja como las rosas del cielo de Bengala, rojo era el color de sus pétalos y, púrpura como el rubí, su corazón"


Tal fue la conmoción: ésta se instaló en mi mente y produjo una gestación con el eco de un momento en donde se reproducía el agonizante canto del ruiseñor; el pálpito de su corazón que teñía de rojo los pétalos de una rosa.


La inquietud de aquel momento me llevó a buscar lápiz y papel. No podía perder la oportunidad de pasar por alto aquello que en mi mente retumbaba; no podía sucumbir a perder aquella escena que me sugería pasar de lector a dibujante; no podía pasar aquella noche sin dejar evidencia de mi confrontación con el aburrimiento; sin permitirme un viaje entre trazos y bocetos que dieron como resultado la petrificación artística de un canto colmado de amor y dolor.


Dibujo por: Fabián Bonilla Técnica: Grafito y color sobre papel durex

Sin duda alguna ésta fue una experiencia en donde mi creatividad se puso a prueba. Fue allí en donde me aventuré no sólo a crear, sino a conectar con la creación escrita que nos legó Oscar Wilde.


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